dimecres, 24 de juny del 2009

Napomamón y QuasiNO-DO: El cuento...


Hola lectores, hoy os voy a contar un cuento "Quasi"irreal. Hace tiempo que no disfrutáis de uno. Pero es que no había nadie que me lo inspirara. Ahora si.


Había una vez dos patéticos personajetes que jugaban a la raqueta en el club de tenis Sant Antoni de Cabronge. Uno era alto y disfrutaba de cierto encanto gracias a su falsa sonrisa "Profident". Su nombre era Napomamón debido a su infladísimo ego (que no elo) y tenía muy mal carácter con todo aquel que le llevaba la contraria. Era además egoísta, robaba niños para comérselos y siempre llevaba la mano debajo de la camisa a la altura del corazón, pues nadie le quería. El otro se llamaba QuasiNO-DO, era un mal pensado con el corazón podrido, tenía además una facilidad innata para ser un cobarde tramposo y era aún más fascista que el anterior, que ya era decir. Ambos fracasaron con el tenis, el primero por pasarse de listo y el segundo por su pronunciada joroba que pesaba muchito. Ambos se pusieron de acuerdo para cambiar de deporte y fundaron algo menos cansado como un club de billar. Al principio todo les iba bien, encontraron local cerca de un colegio, en una especie de iglesia para no creyentes con una bonita campana que tocar, donde podrían secuestrar niños para explotarlos económicamente si eran buenos billaristas y comérselos si no lo eran. Napomamón se encargó de la presidencia de la "entidad" pues era un negado para competir. QuasiNO-DO en cambio se le daba bastante bien carambolear con las esferas de numeritos. La verdad es que el peso de su espectacular jepa le facilitaba el gesto de agacharse a la altura de eso. Jugaba a nivel de 1a categoría billarística e incluso con los reflejos de la sala, parecía que le salía el numero ocho en la espalda jeperuda. Pero un día todo se fue al traste. Un grupo de padres de hijos desaparecidos asesinaron a base de golpes con trofeos de metal y plástico al "pobre" Napomamón, en la plaça Teo-en'dongo Bacchios, un viernes sobre las 5h 34'. QuasiNO-DO al ver el cadáver de su único amigo, se arrepintió de sus antiguas peleas con él y se dirigió al mar para lanzarse y morir ahogado, pues sabía que la sociedad no aceptaría un cobroncete como él mucho tiempo más. Pobrecito en el fondo, fondo, no era tan rata como algunos creían. Pero lo era...

4 comentaris:

JAROHO ha dit...

bonito cuento,jejejej

Jordi Sabater ha dit...

Gracias espero que os guste mi "desbordante" imaginación.

Anònim ha dit...

Te has pasado tres pueblos

Jordi Sabater ha dit...

Esto es narrativa de ficción Sr. Anónimo que no da la cara. Y si alguien se siente identificado, ya sabe lo que tiene que hacer para ser mejor persona, no rajar contra los que les tratan bien como yo. Ahora ya me he cansado de que se cachondeen y aprovechen de mi. Cada uno tendrá el trato que se merece.