He aquí el documento que el divo literato Imperioso nos ofrece amablemente. En el podremos apreciar las cosas más allá de las 6 copas del Barça. Visca el Barça i visca el Júpiter!
MOLDAVIA PATRIA QUERIDA, MOLDAVIA DE MIS AMORES…
Las hordas jupiteristas que acudieron a apoyar al equipo en el partido que cerraba el año, encuentro de enorme trascendencia, se desplazaron a las gélidas tierras moldavas con la ilusión de recuperar un liderato que el club llevaba jornadas acariciando pero que, hasta este glorioso domingo, no había conseguido hacer realidad. Emprendieron el viaje, como digo, con la esperanza de ver el triunfo de los suyos como único equipaje y, por qué no decirlo, con la prudencia propia de quienes se dirigen hacia lo desconocido. ¿Qué depararía Moldavia al temeroso viajero que, inconsciente e ignorante, había partido de la Verneda recién terminado el postre y sin tiempo de paladear su café? Esperábamos encontrar un frío polar, yermos helados, caballos tirando penosamente de pesadísimos carros de heno, campesinos barbudos y huraños apostados tras los ventanales, preparadas las horcas, recelosos ante la llegada de forasteros, y lobos aulladores advirtiéndonos de que nuestra presencia no era en absoluto de su agrado. El frío polar lo sufrimos, vaya que sí, un frío que podría calificarse, sin temor a equivocarnos, de tres pares de cojones. Más llevadero, eso sí, que el clima ártico que tuvimos que soportar la campaña pasada en el campo del Uropa, nuestro querido vecino de la montaña, durante el encuentro aplazado que se jugó entre semana contra la Penya Anguera y que los nuestros ganaron por tres a uno. Por el contrario, pronto vimos que nuestros temores eran infundados en lo que a los lobos y a los nativos se refería puesto que allí sólo había gatos, más bien ariscos y esquivos, y los lugareños no resultaron ser como temíamos sino bastante similares, si no idénticos, a los hospitalarios badaloneses. Eso lo comprobamos tras un breve análisis de los pocos aficionados congregados en el Municipal de Badalona ya que si nuestro estudio se hubiese basado o circunscrito en los integrantes del equipo local habríamos tenido un serio problema por lo heterogéneo de la muestra. La plantilla del Sant Crist de Moldavia estaba integrada por algún coreano, un cubano por aquí, otro sudamericano por allí, ese otro que resultó ser moldavo, uno más africano y ese de más allá brasileño. Después de rodear todo el campo para hacer tiempo y comprobar el buen estado de las instalaciones y la ausencia de taquillas, cosa esta última que nos alegró sobremanera, tomamos asiento en los tres escalones cementeros que alguien tuvo a bien poner allí a modo de grada y nos dispusimos a seguir las evoluciones de ambos conjuntos, actividad que combinamos con la ingesta desenfrenada de pipas gigantes marca Dia. El Júpiter salió al rectángulo de juego bien posicionado y llevó el mando del partido durante la primera media hora. Durante ese período Ramón estrelló un balón en el larguero tras botar un saque de esquina el equipo visitante y el mismo Ramón anotó de cabeza un gol, a la postre definitivo, al poco de superarse el minuto veinte. Trece goles lleva ya el angelito en lo que llevamos de campeonato por doce el otro excepcional artillero con el que contamos, Dani Trigo. En el último cuarto de hora de la primera parte las acometidas del Sant Crist se sucedieron con demasiada frecuencia y Sergio tuvo que emplearse a fondo en dos buenas acciones para evitar el tanto del empate y quién sabe si algún otro golito más que nos hubiese disgustado mucho, mucho.
Tras los tres pitidos del trencilla de turno que daban por finiquitada la primera mitad, los sufridos espectadores se abalanzaron desbocados hacia las instalaciones del estadio municipal en desenfrenada carrera para comprobar, con espanto, nada más traspasar la puerta, que el bar estaba cerrado a cal y canto y que ni siquiera había allí una triste máquina de café para calentar nuestros cuerpos y nuestros espíritus. Decidimos entonces disfrutar de la calefacción hasta ver aparecer al trío arbitral, momento en el que salimos en dirección a nuestras localidades numeradas a la vez que lo hacían los héroes grisgranas. Uno de los nuestros les gritó unas palabras de aliento que recibieron, como única respuesta, miradas avisadas de cierta incomprensión y yo diría que de terror por parte de los jugadores jupiteristas. No me extrañó su actitud recelosa, dado que el alarido del hincha del club centenario en cuestión pudo bien parecerles obra de un desequilibrado de los que entraña peligro. Reanudado el encuentro pudimos comprobar la evidente falta de aptitud que para esto del fútbol reunía el jugador número tres de los locales, lento y torpe como pocos con los pies, y cuyo cambio se produjo al poco, una sustitución que provocó cierta cautela en nuestro pronóstico, ya que aquel tipo parecía llamado a darnos alguna que otra alegría, tantos balones le había regalado ya a Trigo en lo que se llevaba disputado tras la reanudación. Bien pudiera tratarse del jugador-presidente que se había negado a ser sustituido la semana anterior en el feudo del Molletense, ese dato se nos escapa, bronca a pie de campo que provocó que hoy no hubiese entrenador en el desangelado banquillo del Sant Crist. Mucho centrocuentismo a partir de ese instante, otra buena intervención de Sergio y alguna contra peligrosa de los nuestros y poco más. Entre ese poco más destacaríamos al señor de la gorra negra y de indudable deje sudamericano en el habla que estuvo un ratito amenazando a uno de los árbitros asistentes y al alegre lotero jupiterista que estuvo recorriendo el graderío moldavo ofreciendo participaciones del club centenario para el sorteo de Navidad, esfuerzo que fue premiado con la compra de un par de papeletas por la peña del Club d’Escacs Sant Martí.
Con ese pírrico cero a uno se llegó al final del encuentro, resultado que, unido al tropiezo del sábado por la tarde del Sant Ignasi frente al Molletense y al empate del domingo del Llefià, dejó al Júpiter como líder solitario del segundo grupo de la Primera Territorial, la categoría sin nombre. El liderato enloqueció a algunos seguidores visitantes que bajaron por la Travessera de Montigalà agitando sus gorras y mostrando sus puños cerrados, victoriosos y para nada retadores o violentos, a los vehículos que circulaban por la susodicha avenida.
Créditos
Starring: Sergio, Héctor, Bernal, Serrano, Sebas, Costa, Ramón, Diéguez, Trigo, Juanito y Pol Bustos.
Also Starring: Ángel, Andrés, Gaby, el señor de la gorra negra, su amigo el árbitro asistente, el señor de la lotería, el niñito del gorro, Jaume, Escobón, el tres del Sant Crist, dos gatos esquivos, Nakamura y su hermano, la señora de la bocina, y la peña de jugadores del Turó de la Peira y del Bon Pastor allí congregados.
Las hordas jupiteristas que acudieron a apoyar al equipo en el partido que cerraba el año, encuentro de enorme trascendencia, se desplazaron a las gélidas tierras moldavas con la ilusión de recuperar un liderato que el club llevaba jornadas acariciando pero que, hasta este glorioso domingo, no había conseguido hacer realidad. Emprendieron el viaje, como digo, con la esperanza de ver el triunfo de los suyos como único equipaje y, por qué no decirlo, con la prudencia propia de quienes se dirigen hacia lo desconocido. ¿Qué depararía Moldavia al temeroso viajero que, inconsciente e ignorante, había partido de la Verneda recién terminado el postre y sin tiempo de paladear su café? Esperábamos encontrar un frío polar, yermos helados, caballos tirando penosamente de pesadísimos carros de heno, campesinos barbudos y huraños apostados tras los ventanales, preparadas las horcas, recelosos ante la llegada de forasteros, y lobos aulladores advirtiéndonos de que nuestra presencia no era en absoluto de su agrado. El frío polar lo sufrimos, vaya que sí, un frío que podría calificarse, sin temor a equivocarnos, de tres pares de cojones. Más llevadero, eso sí, que el clima ártico que tuvimos que soportar la campaña pasada en el campo del Uropa, nuestro querido vecino de la montaña, durante el encuentro aplazado que se jugó entre semana contra la Penya Anguera y que los nuestros ganaron por tres a uno. Por el contrario, pronto vimos que nuestros temores eran infundados en lo que a los lobos y a los nativos se refería puesto que allí sólo había gatos, más bien ariscos y esquivos, y los lugareños no resultaron ser como temíamos sino bastante similares, si no idénticos, a los hospitalarios badaloneses. Eso lo comprobamos tras un breve análisis de los pocos aficionados congregados en el Municipal de Badalona ya que si nuestro estudio se hubiese basado o circunscrito en los integrantes del equipo local habríamos tenido un serio problema por lo heterogéneo de la muestra. La plantilla del Sant Crist de Moldavia estaba integrada por algún coreano, un cubano por aquí, otro sudamericano por allí, ese otro que resultó ser moldavo, uno más africano y ese de más allá brasileño. Después de rodear todo el campo para hacer tiempo y comprobar el buen estado de las instalaciones y la ausencia de taquillas, cosa esta última que nos alegró sobremanera, tomamos asiento en los tres escalones cementeros que alguien tuvo a bien poner allí a modo de grada y nos dispusimos a seguir las evoluciones de ambos conjuntos, actividad que combinamos con la ingesta desenfrenada de pipas gigantes marca Dia. El Júpiter salió al rectángulo de juego bien posicionado y llevó el mando del partido durante la primera media hora. Durante ese período Ramón estrelló un balón en el larguero tras botar un saque de esquina el equipo visitante y el mismo Ramón anotó de cabeza un gol, a la postre definitivo, al poco de superarse el minuto veinte. Trece goles lleva ya el angelito en lo que llevamos de campeonato por doce el otro excepcional artillero con el que contamos, Dani Trigo. En el último cuarto de hora de la primera parte las acometidas del Sant Crist se sucedieron con demasiada frecuencia y Sergio tuvo que emplearse a fondo en dos buenas acciones para evitar el tanto del empate y quién sabe si algún otro golito más que nos hubiese disgustado mucho, mucho.
Tras los tres pitidos del trencilla de turno que daban por finiquitada la primera mitad, los sufridos espectadores se abalanzaron desbocados hacia las instalaciones del estadio municipal en desenfrenada carrera para comprobar, con espanto, nada más traspasar la puerta, que el bar estaba cerrado a cal y canto y que ni siquiera había allí una triste máquina de café para calentar nuestros cuerpos y nuestros espíritus. Decidimos entonces disfrutar de la calefacción hasta ver aparecer al trío arbitral, momento en el que salimos en dirección a nuestras localidades numeradas a la vez que lo hacían los héroes grisgranas. Uno de los nuestros les gritó unas palabras de aliento que recibieron, como única respuesta, miradas avisadas de cierta incomprensión y yo diría que de terror por parte de los jugadores jupiteristas. No me extrañó su actitud recelosa, dado que el alarido del hincha del club centenario en cuestión pudo bien parecerles obra de un desequilibrado de los que entraña peligro. Reanudado el encuentro pudimos comprobar la evidente falta de aptitud que para esto del fútbol reunía el jugador número tres de los locales, lento y torpe como pocos con los pies, y cuyo cambio se produjo al poco, una sustitución que provocó cierta cautela en nuestro pronóstico, ya que aquel tipo parecía llamado a darnos alguna que otra alegría, tantos balones le había regalado ya a Trigo en lo que se llevaba disputado tras la reanudación. Bien pudiera tratarse del jugador-presidente que se había negado a ser sustituido la semana anterior en el feudo del Molletense, ese dato se nos escapa, bronca a pie de campo que provocó que hoy no hubiese entrenador en el desangelado banquillo del Sant Crist. Mucho centrocuentismo a partir de ese instante, otra buena intervención de Sergio y alguna contra peligrosa de los nuestros y poco más. Entre ese poco más destacaríamos al señor de la gorra negra y de indudable deje sudamericano en el habla que estuvo un ratito amenazando a uno de los árbitros asistentes y al alegre lotero jupiterista que estuvo recorriendo el graderío moldavo ofreciendo participaciones del club centenario para el sorteo de Navidad, esfuerzo que fue premiado con la compra de un par de papeletas por la peña del Club d’Escacs Sant Martí.
Con ese pírrico cero a uno se llegó al final del encuentro, resultado que, unido al tropiezo del sábado por la tarde del Sant Ignasi frente al Molletense y al empate del domingo del Llefià, dejó al Júpiter como líder solitario del segundo grupo de la Primera Territorial, la categoría sin nombre. El liderato enloqueció a algunos seguidores visitantes que bajaron por la Travessera de Montigalà agitando sus gorras y mostrando sus puños cerrados, victoriosos y para nada retadores o violentos, a los vehículos que circulaban por la susodicha avenida.
Créditos
Starring: Sergio, Héctor, Bernal, Serrano, Sebas, Costa, Ramón, Diéguez, Trigo, Juanito y Pol Bustos.
Also Starring: Ángel, Andrés, Gaby, el señor de la gorra negra, su amigo el árbitro asistente, el señor de la lotería, el niñito del gorro, Jaume, Escobón, el tres del Sant Crist, dos gatos esquivos, Nakamura y su hermano, la señora de la bocina, y la peña de jugadores del Turó de la Peira y del Bon Pastor allí congregados.
6 comentaris:
feliz navidad
pero la llefi ganara la liga jejejeje
Feliz navidad majetes.
Pobrecita Llefi, ya va cuarta y bajando... ;-) Felices fiestas...
Brutal !!!!!!!!!!!! no tiene desperdicio alguno. Aquí se huele a Pulitzer!!...y a ascenso!!
Y el domingo...volvemos a la Setmana de 1909!!
Força Júpiter!!
Júpiter 4 St Ignasi 1
Campions d'hivern !!!!!!!!!!
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