Espionaje soviético por el "match" versus Darias

Martes por la tarde, Via Laietana, 18h 55'. Un hombre con un traje muy elegante a lo James Bond 007 y armado con dos pistolas bien escondidas (yo solamente tengo una, aunque muy ancha) parece que me sigue a cierta distancia, diría que a unos 10 metros. Decido cambiar de acera. Él lo hace. Aprovechando la muchedumbre que compra en tiempos de crisis (idiotas), vuelvo a cambiar de acera. Y ese ser, cambia también. No cabe duda, me persigue. Paso por delante del cuartelillo de la policia nacional española. Decido no entrar en busca de ayuda pues no entienden mi lengua nativa, el CATALÀ. Aumento la velocidad de mis andares y me dirijo hacia el metro Urquinaona (a pesar de como está) a ver si le despisto. No lo consigo y me pongo nervioso. Empiezo a correr y entro in the metro con la respiración acelerada. Aprovechando la buena voluntad de una valiente ancianita de 103 años de edad y una altura de 1m 35 centímetros (según me dijo ella), me escondo tras sus bolsas del Carrefuls. El tipo pasa de largo a toda pastilla y se pierde en el laberíntico universo de la linea roja. Cómo corria el cabrónd. Le doy las gracias a la anciana y le doy dos euros por los servicios prestados, cuando veo en el suelo algo brillante. No lo podía creer. Mis ojos lagañísticos de la siesta de una hora antes, habían visto algo inquietante. Era una especie de chapa con las siglas CCCP y el dibujo de una hoz y un martillo con fondo rojo. Tan rojo que parecía sangre. Las había pasado bien putillas. Tras el susto y suspirando, me dirijo dirección fondo para volver a casa y me cruzo con ¡¡¡Alex Darías!!!. Le saludo y no me oye. Levanto la voz y él se gira. "¡Hombre Sabater!", me dice, "¿Cómo tu por aquí?". ¿Cómo tu...?, pensé, estoy en mi ciudad coñ..., y tras una breve charla volví a casa con muchas sospechas y algún miedo. Eran las 19h 05' y no me podía quitar de la cabeza el hecho de creer saber que, ambos hechos estaban relacionados entre sí. El viernes próximo tendría que llevar guardaespaldas en mi propio club si quería disfrutar de lo que pensaba que era, un inocente y sano juego de mesa...

Dedicado a la memoria de Viktor Korchnoi. Cuando muera...