Era una oscura noche de sábado y paseaba tranquilo después de tirar la basura y reciclar una botella de Aquarius en el contenedor de los plásticos, cuando sentí un escalofrío que me recorrió toda la espalda. Me giré asustado pero no había nadie en toda la calle, salvo un gato negro que se cruzó por delante mio, un espejo roto en el suelo y un paquete de sal derramado involuntariamente sobre un coche. No estaba seguro pero creo que eran signos de prosperidad navideña. Decido volver para meterme en la camita calentita pero un ruido me detuvo. "Ella, elle là, tu tu tu rú, tu tu rúúú", era el maldito móvil con la cancioncita de las narices, a ver si me la cambio de una santa vez (no escribas tacos, Jordi).
"Socorro Jordi ayúdanos, el Ogro ha escapado del psiquiátrico y nos ataca", decia la voz del maestro Darol del Ateneu Colón. No podía creer que no estuviera rehabilitado y volviera en busca de venganza, pero era así.
Cogí un taxi (siempre salgo a tirar la basura con 25 euros encima) y me dirigí a la sede colonera donde pronto se disputará el memorial Prat. "No te voy a hassser descuento, mariconet" me dijo el taxista de voz a lo Darth Vader, muy simpático el hombre. "Al Ateneu Colón i ràpid" le dije mientras él encendía un purito Reig. "Ja deixen fumar?" me responde, y yo desesperado le digo "si és clar, però ràpid si us plau, és una emergència". "Haver-ho dit abans - me responde- ets un pitito, jah, jah" y arrancó a toda pastilla. Empezó a sonar la música de Starsky y Ajax, cuando el taxi en cuestión tomo una velocidad nunca vista salvo por Michael Schumacher y llegamos en un plis plas. Bajé corriendo al grito de "ara torno i li pago, senyor!" y entré en la sede del Ateneu derribando (por supuesto) la puerta principal. Me dirigí hacia una pequeña luz que provenia de la sala del fondo donde se juegan los campeonatos internacionales coloneros y aparté la ya famosa cortina roja de un plumazo. Me subió la adrenalina, parecía James Bond. Ví al maestro Darol en el suelo inconsciente pero por suerte no era grave. De pie y con sangre en un brazo se encontraba mi amigo Selarc Dagesord un superhéroe del Colón con bastante Elo que había ganado tiempo encerrando al Ogro en los lavabos del piso de arriba. "No sé com matarlo, és molt fort. Amb prou feines l'he pogut tancar, però aviat tirará la porta a terra i ens matará", ¡¡¡que bien me había informado, mi amigo Selarc Dagesord!!!.
Entonces apareció el taxista que quería cobrarme porque no se fiaba de mi regreso. Sonreí, ya sabía como derrotarlo, la suerte estaba de mi lado. Le agarré del brazo con promesas de pagarle el doble del precio de la carrera y subimos al piso de arriba, dirección WC.
Allí estaba el Ogro que de un golpe había destruido la puerta del como siempre bienoliente WC. Había cambiado de aspecto, estaba muy delgado, pero esos ojos de inquisidor no dejaban ninguna duda. Era él. El Ogro del Colón. "Te mataré porque tú..." empezó, pero en ese instante le cogí el puro a mi colegui taxista y se lo encesté en la boca provocando una asfixia que no le dejó terminar la frase. "Ahhhh, túúúú...". Lo había conseguido, el Ogro murió y volví a liberar al Ateneu ésta vez con ayuda logística. "Son 57 euros" me dijo mi compañero de aventuras para concluir una movidita noche de basura y reciclaje. FIN.
7 comentaris:
Me ha gustado la aparición estelar de este "misterioso" taxista. ¡Qué grande es el ajedrez!
Me encanta tu imaginación y tu forma de narrarla. Eres estupendo Saba!
Estoy intrigado con la identidad del ogro. Quién será...será... el tiempo me lo dirá... (o tú algún día)
Gracias, me alegro que os haya gustado.
Mon, no te enteras, es un personaje ficticio e imaginario (?). No confundas ficción con realidad; jejeje.
te felizito por tu palmares eres lo mejor muac
Muchas gracias, me hacéis muy feliz.
no tengo palabras, muxo saba
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